Pequeños imanes
de luz y de sombra
se atraen sobre el óleo
sereno y nocturno:
tu pelo de musgo,
aquella sangre fría
que llena tus labios,
y tu piel
de ceniza todavía inmadura..
Y cuando al fin estás estático
lánguido, borroso;
el mundo me escupe entre el silencio
con miserable voz melliza
"todo fue en vano, no ha sido nada!"
un séquito frío me recorre
mientras tú desapareces:
Y al fin amanece.