domingo, 8 de julio de 2012

Siete Catorce



¿Podrías imaginar eso?  Toda comunión repetida. Yo imagino viento, polvo, imagino tinte, nota, hilo, color, estrellas, planos, dimensiones, sabores, sensaciones, todo aquello que se  pudiese fragmentar y confluir nuevamente, fragmentarse, unirse, ciclos, noches, gestas, quizás amor, quizás un rompecabezas, cálculos, propósitos.  Este es el corte del cordón que se atraviesa y sana y se hace nuevamente desde una célula que salpica otras células que se siguen en ola, en cordón, en cordón que se corta y vuelve a sanar por los siglos de los siglos.
¿Podrías imaginar esta carga?  Todo el rito repetido, este lanzamiento desde una fuerza que te ata y te espera en el otro extremo, descender desde un hilo , desprenderse al mismo tiempo que la gravedad mas el peso adicional e íntimo del embalaje de los siglos y cordones de tiempo. Resguardar tu tesoro, llegar al fondo como llega la cascada procurando la misma cantidad pero perdiendo siempre.
 ¿Podrías imaginar el salto? Toda esa larga unión que se precipita hacia la tierra y cae como gota y deja una mancha ante la desnudez del polvo, caer para hacer picos tan altos que se integrasen dentro del corazón de lo infinito. Piruetas para ir y regresar entre la mística fe al misterio.  Acarrearte en una nota blanca, dejarte caer para sembrar una mágica huella que vibre para siempre,  tan arriba poco denso bajo el cielo, abajo dando todo tu peso sobre un cuerpo,  quemándote pasivo  entre el equilibro del silencio, un rastro escondido que arde sobre una boca, como el trazo de un cincel que se enciende al cortar la piedra del tiempo.